Pensaréis que vaya bobada de título. Dejad que me explique: este texto está relacionado o viene a ser un poco la continuación del anterior artículo que escribí aquí titulado «Texturas analógicas para ilustraciones digitales» donde hice un pequeño paréntesis para hablar de opciones no digitales pero que, como apenas era un apunte, he decidido extenderlo un poco más.
Retomo cosas de las que ya he hablado en esta web como por ejemplo diseñar personajes sin dibujar, o dibujar con cuchilla, para proponeros una práctica en la que sumemos estas ideas.
Suele gustar mucho la obtención de texturas a través de monotipos, esto es, aplicar color de forma indirecta sobre papel blanco o de colores a través de una estampación única (monotipo) sobre un acetato o cristal al que se expande óleo con un rodillo (óleo al agua en este caso). Os vuelvo a remitir al texto que escribí hace quince días «Texturas analógicas para ilustraciones digitales», donde lo cuento un poco más despacio.
Yo uso un acetato grande que no limpio de una vez a otra y sobre el que aplico distintos colores cada vez. Pensaréis que soy un marrano porque añado color sobre color pero mientras no me importe que se contamine el color… ya veré cuándo lo limpio. Generalmente lo uso con colores neutros como el negro, grises, marrones o azules oscuros (tengo más acetatos y los limpio y todo, pero el que os digo es el que más uso).
Tras aplicar textura de diferentes formas sobre distintos papeles de colores (no son cartulinas, son papeles de unos 80 o 90 gramos/m²), busco con una cuchilla o tijeras las formas básicas que determinen un personaje, sin detalles, ya que si fueran necesarios, podrían añadirse después con rotuladores, lápiz o lo que sea.
En el ejemplo que os muestro aquí arriba pensé en un primer momento en un elefante y dividí al personaje en distintas formas que me permitieran diseñar posteriormente los movimientos o posturas del mismo, por lo que recorté por un lado la cabeza (trompa incluida), por otro el cuerpo, y después cada una de las cuatro patas. Después podría decidir si el elefante estaba quieto o corriendo dependiendo de dónde pegue las patas. No suelo pegar lo primero que se me ocurre pero lo fotografío por si luego quiero volver a rehacer algún diseño tras jugar un poco más con las formas (Sobre esta técnica o método de trabajo tengo un artículo más largo en mi web titulado «Técnicas de ilustración: diseñar ilustraciones con tijeras, pegamento… y lo que surja»).
Esta es una técnica con la que se puede trabajar muy bien el antropomorfismo que es un recurso muy empleado en ilustración infantil, por ejemplo. Se trata de dotar de atributos humanos a un animal. Se pueden plantear distintos grados, desde un animal que simplemente habla, a un personaje con cabeza de animal y cuerpo de humano con todos los matices que se pueda uno imaginar. Recopilo en Pinterest un buen número de ejemplos muy inspiradores.
En general, cuando empleo esta técnica (que me divierte mucho), me dejo llevar. En principio la imagen que tenía en la cabeza era la de un elefante en un circo como equilibrista o algo así. En principio me prohíbo el lápiz previo y hago cortes a los papeles sin pensarlo demasiado buscando las formas de esa imagen que tengo en la cabeza, uso poco las tijeras y atiendo a los recortes sobrantes porque a veces las formas que crees que no valen resulta que te dan la clave para muchas cosas. Eso me pasó con un trozo de papel que me marcó un poco el tamaño y la proporción del cuerpo. Primero fue rojo (veis el descarte en la foto de debajo) pero después lo cambié de color. Al azar no siempre hay que cogerlo tal cual llega, todo se puede cambiar pero suelo respetarlo. Después lo que me iba encontrando me llevó a que el elefante iba a ser el forzudo del circo.
Lo que más pereza me da es pegarlo todo, creo que es porque ya no podré jugar más con las piezas. Es el momento de aplicar, con otras técnicas, aquellos elementos que creo que pueden faltar para dar personalidad al personaje, para establecer su estado de ánimo, para que el lector comprenda lo que quiero mostrar, para mejorar la composición… Prefiero no poner mucho para que la fuerza resida en la sencillez de elementos.
Durante todo el proceso juego con un concepto que me parece interesante para trabajar y que, como no sé cómo llamarlo, me refiero a él como contraste gráfico. A nivel de técnica, parto de la idea de que las imágenes, las ilustraciones, pueden ser muy efectivas si se juega con los contrastes para su diseño y construcción. Por supuesto que a nivel de creación de personaje desde un punto de vista literario esto también sucede, pero yo lo trabajo desde un punto de vista meramente técnico. Para generar esos contrastes gráficos selecciono técnicas que generen contrastes, por ejemplo, los matices de una acuarela con la brusquedad del contraste de las ceras; la elegancia controlada de una línea hecha con rotulador junto con lo indómito y descontrolado del pastel o, como en este caso, la aleatoriedad y calidez de las texturas hechas con monotipo en contraste con la frialdad que puede denotar un corte recto hecho con cuchilla. Cosas mías, no me hagáis caso, pero trabajar este contraste gráfico me permite encontrar cosas interesantes. Todo esto, como todas las normas y reglas preestablecidas con las técnicas de ilustración hay que tomarlas con la mente abierta para no dudar en romperlas si se nos antoja.
Después, algo muy importante a la hora de hacer una ilustración es saber cuándo hay que parar, cuándo hay que dejar ya de insistir, matizar o detallar más una ilustración. Yo no suelo marear demasiado el trabajo y lo dejo descansar para verlo días después con otros ojos y que entonces quite y ponga. De hecho, mientras escribo esto no descarto que, dentro de unos días, añada un tatuaje en los brazos… que creo que le pega al personaje que, por cierto, parece que necesita a alguien que le escriba una historia. Ahí lo dejo.
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