Hace muchos años me topé con un libro titulado “Teatro de Medianoche”. Era la más perfecta intersección de arte, pintura, ilustración, creatividad absoluta, locura generalizada y personajes estrambóticos. Sencillamente me encantó. Su autora se llamaba Květa Pacovská. Por aquel entonces no la conocía y confieso que nunca había oído hablar de ella pero me impactó de tal modo aquel libro de gran formato y vivos colores que ya nunca olvidé su nombre. Esta autora que hoy en día es una nonagenaria de ojillos vivaces y energía abrumadora resume en su trabajo el recorrido por la historia del arte que para ella comenzó en Praga el 28 de julio de 1928.
Su primer acercamiento al arte fue cocinando galletas con su abuela, sus primeras esculturas, algo maravilloso porque “si luego no te gustaba el resultado te las podías comer” (Phillip Stanton, 2007). A partir de ahí comenzó una búsqueda incansable que llega hasta nuestros días en un afán de convertir un libro en un pequeño museo.
Resumir la obra de esta autora no es nada fácil por lo que en este artículo voy a centrarme en una primera etapa, quizás más desconocida y que cronológicamente abarcaría desde los años 1950 hasta la década de 1970. Es una obra en la que se aprecian influencias de Picasso, del constructivismo soviético y que avanza hasta ilustraciones más psicodélicas que culminan en la obra “Momo” con la que cierro esta etapa.
En mi opinión no se puede separar a ningún autor de su contexto histórico. Pacovská vivió a la edad de 11 años acontecimientos como la Segunda Guerra Mundial, la persecución nazi a los judíos o el bombardeo de la ciudad de Praga en 1945. Sus estudios se vieron así truncados y no pudo retomarlos hasta finalizar la guerra graduándose en la Escuela de Artes Aplicadas de Praga.
Después de la guerra tomó la decisión de escoger como profesor a Emil Filla un pintor, escultor, artista gráfico y escritor de arte checo cuya obra estuvo a caballo entre el expresionismo y el cubismo. Apodado el “Picasso Checo” escribió muchos libros, algunos en campos de concentración como Buchenwald. Su influencia en esta autora, a quien le apasionaba el cubismo, lo vemos en su obra.
Květa Pacovská empezó a ilustrar en los años 50 en parte por compartir una tarea creativa con sus dos hijos. A esta época corresponde el libro de Frantiska Somakova “Rikacky a rymovacky” de 1959. Este es el primer libro que publicó a la edad de 31 años donde el dibujo marcado a tinta negra me recuerda mucho a las formas de Matisse.
En 1961 publica un catálogo de dibujos basado en una exposición. La fuerza del trazo, la forma de tratar el cuerpo de las personas y animales evocan evoca al cubismo de su profesor E. Filla y a P. Picasso.
En 1964 ilustra el libro de Anna Sedlmayerova. “O zajickovi Breznackovi a mysce Sisnerce” donde se aprecia el peso que empiezan a cobrar las formas geométricas, el dibujo se vuelve más esquemático. Los animales se identifican por elementos como la cola, bigotes o las orejas.
Así. en 1966. el libro de Josef Hanzlik “Snehova hvezdicka” muestra la elección de elementos geométricos para confeccionar los espacios hasta el punto de construir ciudades sólo mediante estos elementos y logrando la sensación de planos y profundidad. Estos mismos experimentos los ha realizado también Mary Blair responsable de la dirección artística de muchas películas de Walt Disney Company y anteriormente por P. Klee.
El uso de formas geométricas culmina en la obra de William Golding ”El Señor de las moscas”. Una obra sorprendente en tinta negra donde volvemos al trazo expresionista del catálogo de 1961 pero con formas más rotundas, siguiendo los pasos de la geometría que está explorando y reinventando a través de la abstracción y el cubismo.
En 1968 estalló la Primavera de Praga que pretendía reformar el inmovilista socialismo soviético y que fue duramente reprimida con la invasión de los ejércitos del Pacto de Varsovia. Las obras de este momento ofrecen la influencia del constructivismo ruso como es el caso de “Karlička a bílý koník” de Branka Jurcová. En esta obra sigue trabajando los recursos de “Pohadky z bramborovych radku” de Carl Sandburg (1965) pero vemos que se enriquecen sus recursos plásticos pues introduce el collage. La experimentación sigue los pasos de A. Hoffmeister que a su vez está reinterpretando a M. Ernst. Seguimos apreciando la influencia del constructivismo en la simultaneidad del espacio, el tiempo y la luz; formas geométricas, pesadas, lineales y planas; el color empleado abarca el naranja, rojo, azul, amarillo, negro y blanco.
La influencia del surrealismo se abre camino a través del collage empleado en la obra anterior y, junto con las formas geométricas ya estudiadas en “El Señor de las moscas”, encontramos en el libro de 1968 “Hodina Modrych Slonu” de Ota Hofman una tremenda fuerza expresiva en las ilustraciones en tinta mezcladas con collage.
El surrealismo y la psicodelia se plasman claramente en la ilustración de los años 1970 y vemos su impronta en obras como “Ostruvek Zelena bota” de Marie Novakova publicado por Albatros y en “Jak se hraje na dvere a jine muzikantske pohadky” de Ilja Hurnik. Así encontramos un festival de imágenes realizadas en collage con un guiño a Magritte.
Así llegamos a 1979 que en mi opinión marca un punto de inflexión con la publicación del libro de Karel Jaromir Erben “Dlouhy, Siroky a Bystrozraky Dausien”. Se trata del primer libro que publica coeditado con una ediorial francesa y aquí comienza un cambio en el empleo del color y el tratamiento de la ilustración: si hemos visto ilustraciones geométricas, más parcas en información que poco a poco se enriquecen con el uso de nuevas técnicas como el collage y la psicodelia del color de los años 70, aquí los trazos se vuelven abigarrados. Aumenta notablemente la información de cada ilustración que se llena de elementos. Los colores se enriquecen y el constructivismo pierde terreno en favor de la paleta de color de W. Kandinsky y P. Klee. La manera de tratar de los personajes se transforma y manteniendo la geometría se alargan deformándose dentro de composiciones que se tornan más naturales. Las formas se perciben ligeras a pesar de estar sumergidas en fondos muy detallados.
En la paleta de color el rojo gana terreno y junto a él, el verde. Estos colores seguirán persistiendo hasta la actualidad. El detalle más destacada es que los personajes están inmersos en una atmósfera y los fondos se hacen patentes tienen un tratamiento donde el escenario ya no es un fondo blanco, tienen presencia, está tratados con la misma importancia del resto de las figuras que están enmarcadas en un espacio delimitado. Es el momento en que Pakovska encuentra a sus personajes, sus actores, a los que ya no abandonará y que empleará reiteradamente situándolos en escenarios diversos y serán su seña de identidad convirtiéndose en icónicos en la obra realizada a partir de 1984.
Con esta conjunción de elementos ilustra una obra fundamental de la literatura que publicará la editorial Albatros en 1979 como es “Momo” de M. Ende (1973). En esta obra de temática ya de por sí filosófica, pues está narrando la historia de cómo unos hombres grises les roban el tiempo a los hombres y cómo una niña consigue devolvérselo, la influencia del surrealismo es más que evidente. A diferencia de las obras que hemos visto realizadas con collage hay un tratamiento pictórico. El color, muy influenciado por S. Dalí, es profuso en amarillos y ocres, siempre adornado por los toques de rojo.
Pakosvká cataliza a partir de este momento toda su experimentación y comienza a crear una obra absolutamente personal en una búsqueda constante por convertir los libros en auténticos objetos de arte.
Así comienzará una “segunda etapa” donde las referencias a Mondrian o Kandinski son constantes. Hay que tener en cuenta también la transformación de las artes gráficas y de las propias imprentas en la creación de los actuales álbumes ilustrados y que facilitó el uso de tintas, troqueles y otros materiales con los que experimentar.
Para finalizar este artículo diré que por sus libros ha recibido los premios y honores más prestigiosos del mundo de la literatura infantil y juvenil entre ellos: el Premio Especial de la Exposición de Bolonia 1988 o la Manzana de Oro de la bienal de Bratislava 1983. Es de destacar el Premio Hans Christian Andersen como reconocimiento a su trayectoria que le fue concedido en 1992 por el conjunto de su obra gráfica.
Para Pakosvká los libros son “la primera galería de arte que visita un niño” y declaró en una entrevista con el también ilustrador Javier Sobrino: “He intentado hacer los libros como objetos de arte en papel, como pequeños museos para la palabra y las imágenes. Siempre procuro hacer mi trabajo en dirección hacia un objeto de arte. Sé que no es ese el camino para todo el mundo, pero es exactamente mi camino”.
El pequeño e infinito museo de Květa Pacovská (Parte I)
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA:
DESSE, Jacques (2010) Les grands livres rouges de Kveta Pacovska
SCHARIOTH, Barbara (1994) “The Art of Květa Pacovská”. Michael Neugebauer, North-South Books.
SOBRINO, Javier (2013) “Květa Pacovská, un museo al alcance de la mano”.
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