El mundo animal es un inseparable compañero del ser humano. Plasmado a veces con gran realismo y otras empleando un lenguaje abstracto, ha sido inmortalizado en grandes obras de arte y se les ha dado vida a través de películas de animación. Asombra la multitud de formas que puede adoptar dependiendo de la mano del dibujante. Como la variedad animal del mundo salvaje y doméstico es muy grande me voy a centrar en uno en concreto con amplia difusión geográfica que da mucho juego, amado por unos, odiado por otros y con una larga tradición en la ilustración: el gato.
Los gatos son protagonistas de numerosos cuentos y tienen una extensa tradición popular aunque no siempre como un buen augurio siendo cosificados e incluso maltratados sobre todo por el color de su pelaje ya sea negro o blanco. Estos pequeños felinos nos sirven de excusa para repasar cómo ha ido evolucionando la manera de representarlos atendiendo a la línea, el color, la forma o la técnica en la que han sido creados y así identificar la época y lugar de creación.
La relación de los gatos con el hombre comienza en el Neolítico, era en la que se supone que fue domesticado. Una de las primeras representaciones de este animal proviene de Egipto donde era considerado una deidad y, de hecho, la diosa Bastet tomaba su forma. En la siguiente imagen encontramos la versión egipcia de Tom y Jerry: un gato y un ratón ricamente ataviados. Identificamos al minino porque en él se reproducen aspectos característicos de este animal como el diseño de las motas del pelaje o la anatomía graciosa y estilizada propia de esta especie. Su dibujo de perfil, la postura de los pies son indicativos de su lugar geográfico, Egipto. Se trata de un dibujo a tinta sobre piedra caliza en el que un gato se viste de sacerdote y presenta ofrendas al ratón en lo que probablemente era una sátira o una ilustración de una historia.
En Grecia el gato fue acogido como gran cazador y desratizador de cultivos y vino a sustituir a otros tradicionalmente empleados en estas labores ya que era un animal más bonito, limpio y grácil. Su hábitat se fue extendiendo, llegó a Italia y su representación se fue adaptando igualmente a nuevas técnicas y nuevas formas culturales. En este caso tenemos como manifestación artística característica los mosaicos realizados mediante teselas. En Nápoles encontramos plasmada con gran realismo la imagen de un lindo gatito cazando un pollo. Resulta fascinante como aparece ilustrado: el pelaje, la anatomía, sus ojos y bigotes formado mediante miles de piezas de color.
Con el tiempo el gato empezó a mirarse con muy malos ojos y en la época medieval la superchería lo eligió como la representación del mal sobre todo aquellos felinos que tenían el pelaje negro. Con esta relación de amor-odio el gato seguía siendo inevitable compañero del hombre y eran dibujados en manuscritos medievales que han llegado hasta la actualidad. Se plasmaban tanto realizando actividades cotidianas del ser humano como otras más propias del felino como asearse o cazar. La Alta y Baja Edad Media ofrece increíbles dibujos llenos de imaginación donde primaba más la intención comunicativa que el realismo de lo plasmado. Los manuscritos y libros de horas ofrecen en cada rincón pequeños y deliciosos diseños pertenecientes a una época tremendamente inspiradora, llena de imaginación, de creatividad y colores intensos. En la siguiente ilustración observamos tres gatos dos de ellos azules. A pesar de que este color azul tan intenso no se corresponde con la realidad identificamos ambos mininos por su postura y forma esbelta. El tercero está realizando sus labores de aseo felinas.
En esta línea los libros de horas y manuscritos iluminados esconden entre sus páginas pequeños detalles llenos de gracia y color. Algunos de mis preferidos presentan gatos que realizan labores relacionadas con la música elemento fundamental que servía de gran entretenimiento. El siguiente gatito toca el laúd con pompa y circunstancia para disfrute de los espectadores. Es una auténtica preciosidad escondida en una esquinita de una página. En este caso los colores son bastante realistas, el dibujo está perfilado con color oscuro característico de la época y con suaves trazos se dibuja el pelo suave y sedoso. Me llama especial atención la forma de dibujar las zarpas traseras ya que se sigue empleando en la actualidad sobre todo en dibujos animados. Es de destacar el porte y la elegancia con la que el autor lo ha dibujado.
Aquí tenemos otro ejemplo de un gatito al mando de la percusión. Este dibujo se diría algo más tosco en el dibujo de las patas y la cabeza pero sigue siendo una delicia. De nuevo lo encontramos pintado de azul lo que no es problema para identificar al minino pues elementos como las uñas y bigotes aparecen claramente dibujados.
Libro de Horas, Inglaterra, finales del s. XIII. Manuscrito Walters W.102, fol. 78v. Walters Art Museum Illuminated Manuscripts. Fuente: Academic Cat Lady.
Como es lógico los ilustradores tenían gatos que entre otros menesteres les servían de modelo y como sucede en la vida de cualquier ilustrador a veces se producen pequeños accidentes como por ejemplo pasearse sobre el trabajo realizado dejando su pequeña huella para la posteridad.
Fuente: Quirk Books.
El gran Leonardo Da Vinci tenía gran predilección con los gatos que dibujó en su “Madonna con niño y gato”, donde un gatito parece intentar zafarse del abrazo de su tutor, y realizó unos preciosos dibujos comparativos de los movimientos de los gatos con los de los dragones.
Los gatos irán cobrando más espacio en el mundo del arte y serán empleados profusamente por los pintores, tratados tanto como protagonistas como acompañantes de los retratados. El papel de los mininos en la historia del arte ha sido recogida en la exposición virtual realizada por el UMA Museo de Arte Universal titulada «Los gatos en la Historia del Arte«. Os dejo el enlace por si queréis verla.
Entre las diferentes técnicas pictóricas encontramos el óleo que permite transmitir tanto una sensación suave y empolvada como tosca y orgánica. Esa suavidad la observamos en «Riña de gatos» de F. de Goya donde el pelaje suave y delicado contrasta con ferocidad de la postura felina de dos gatos bufándose. Los gatos tienen su propio lenguaje corporal y forma de comunicarse y, por supuesto, de pelearse. Así vemos el cuerpo encorvado, la boca abierta mostrando los dientes y el pelo erizado de los felinos.
Con el impresionismo los gatos cobran mucho, mucho protagonismo ya que comienzan a generalizarse como animales domésticos. Como parte de esa cotidianeidad los pintores añaden gatos a sus retratos y escenas familiares. De estos artistas quiero mostrar una litografía en particular de E. Manet ya que esta técnica aún no la hemos visto en este repaso artístico por la vida del gato. Se trata de «El lugar de encuentro de los gatos» una preciosa estampa donde un gato negro y uno blanco tienen un encuentro sobre un tejado. El diseño de ambos mininos es elegante, casi podemos apreciar el caminar ondulante y sensual. Si nos fijamos no hay volumen señalado, es una silueta pero el perfil está tan magistralmente dibujado que se puede apreciar el porte musculoso y el desafiante carácter felino. Si en el cuadro de Goya apreciamos la violencia de una pelea aquí se nos muestra la tensión previa del reto entre los dos gatos. La maestría de los artistas es tal que no sólo dibujan a los animales sino que son capaces de mostrar el comportamiento y carácter del felino.
El gato blanco necesariamente está perfilado en negro para poder cerrar bien el dibujo y que no se pierda. La necesidad de realizar un perfil claro en un dibujo es básico, por ejemplo, en el mundo de la animación donde es difícil que existan manchas de color y pinceladas sueltas como en la ilustración. Un ejemplo claro del empleo de la mancha lo representa Janusz Grabiański gran amante e ilustrador de gatos y autor del dibujo de la cabecera perteneciente a «El gran libro de las fábulas» Editorial Noguer, 1966.
Esta preciosidad realizada con tinta y aguadas muestra a la perfección el volumen de un gato, el lomo y cuartos traseros. La forma de trabajar la mancha diluida y con movimientos rápidos como vemos en la forma de la cola es marca inconfundible de este autor. Los colores negros y oscuros en general son muy difíciles de tratar, sobre todo para que no parezcan sucios y torpes en su ejecución. Sólo una mano muy hábil y con un gran conocimiento técnico es capaz de sacar volúmenes y gradaciones que muestren masas, luces, tensión y movimiento en general. Este empleo de la mancha de tinta lo relaciono siempre con autores como L. Scafati, por ejemplo, en su ilustración para «El Gato Negro y otros relatos de terror» de E.A. Poe editado por Libros del Zorro Rojo. Grabiański muestra su pericia en empleo de la tinta y la acuarela en la siguiente ilustración con este pequeñín de mirada atenta y nariz respingona. Apreciamos además que se trata de un cachorro por las dimensiones de la cabeza y la atención prestada a la cara, los grandes ojos, el morrito y por la propia actitud del cuerpo y disposición de las patas. Lograr todos esto de manera tan casual y sin esfuerzo aparente me parece sublime.
En este repaso artístico del gato no se puede no hablar de un gato icónico donde los haya que es el que realizó Steinlen también en litografía para anunciar el cabaret El Gato Negro fundado por R. Salise. Un diseño potente de un gato musculoso de mirada directa y desafiante y todo logrado en una tinta plana sin volumen donde las patas y anatomía están perfilados con una línea más clara. La impresión de carteles se debía realizar siguiendo estas premisas de colores planos y sin embargo se logra la apariencia de un volumen increíble y una fuerza que hoy en día sigue siendo parada obligatoria para muchos creativos y publicistas.
Mientras tanto no sólo Europa se rendía al encanto felino pues al otro extremo del mundo encontramos los esponjosos y etéreos gatos de Shunsō Hishida. La delicadeza del arte oriental se une a la elegancia del minino. La siguiente imagen deja patente este cambio de registro tanto geográfico como técnico no sólo por el formato alargado sino por el fondo de color suave y difuminado así como la escasez de elementos ornamentales o el tratamiento de las flores. Empleaba una técnica llamada karabake, en la que se deja gotear la pintura en una superficie húmeda para luego cepillarla con un pincel seco con el fin de obtener efectos de gradación y trabajar la luminosidad (cit. en Gatos y Respeto). Contemplemos esta preciosa bolita esponjosa. En esta ocasión se nos muestra un gato tranquilo, disfrutando la placidez de la escena, redondo y mullido.
Shunsō Hishida. 1906. Gato bajo el ciruelo. Fuente: Wikimedia Commons.
En óleo encontramos otro ejemplo fundamental de la mano de P. Klee quien retrata a su gato Fritzi. Sus profundos ojos verdes nos observan fijamente como si de una persona se tratara. A pesar de no dibujar el cuerpo o ni la cola identificamos rápidamente al animal. Otra vez los elementos básicos son suficientes: el iris de los ojos, el morrito y los bigotes. Está reducido a formas muy cuadradas que serán inspiración de artistas posteriores.
P. Picasso es otro ejemplo de pintor entusiasmado con los gatos. En este caso lo representa terrible devorando un pájaro o una paloma como representación de los acontecimientos históricos que se están viviendo en España y el resto de Europa. La propia pintura está tratada de forma muy orgánica. Su particular visión del arte y de la pintura convierte una escena habitual en la vida de un gato cazador en metáfora social de lo que está sucediendo en el mundo.
Como vemos el óleo es una técnica muy versátil que puede emplearse con acabados muy diversos. El pintor L. Freud por su parte lo emplea con un resultado realista, suave y terso aunque la escena resulta igualmente amenazadora. La mirada brillante del gato nos atraviesa entre resignado e inquisitivo.
En el mundo de la ilustración felina Léonard Tsuguharu Foujita es un autor de referencia. Óleo, grabado, tinta o acuarela son empleados en multitud de dibujos protagonizados por gatos. Podéis admirar sus preciosos dibujos en el libro titulado “Un libro de gatos” al que pertenece la imagen siguiente. El minino abraza a su cachorro en una escena tierna y acogedora. En su aparente simplicidad apreciamos la suavidad del pelaje, los músculos y la anatomía del animal.
Con la llegada de la fotografía algunos artistas quisieron llegar a conquistar límites técnicos imposibles y se desarrolla el hiperrealismo. En esta corriente el artista japonés Haruki Kudo realiza increíbles retratos de gatos con lápices de colores. Prácticamente se puede sentir la suavidad del pelaje.
Con un realismo ingenuo Makoto Muramatsu realiza ilustraciones ingenuas, tiernas y llenas de colorido. Su estilo es muy particular, una mezcla de realismo y cómic centrado en los animales.
Hasta ahora hemos visto cómo el gato se muestra de formas anatómicamente correctas o que intentaban acercarse a la naturaleza felina. Pero la creatividad toma muchas formas y un gato se puede representar de formas increíbles, absurdas, locas, indescriptiblemente formidables y fantasiosas y eso nos lo demuestra J. Miró con el ejemplo siguiente. Este gato sólo precisa la imaginación del espectador:
Si hablamos de gatos estrambóticos, coloridos, alegres, rotundos y de formas inmensas tenemos que hablar una vez más de Květa Pacovská. La puerta que abrió J. Miró a un mundo inexplorado era demasiado valiosa para no aventurarse e investigar su infinita inspiración. Este precioso gato flautista tiene de gato los bigotes y las orejas y realmente no necesita nada más para ser un gato.
Květa Pacovská. ‘Teatro de medianoche’. Editorial Kókinos, 1993. Fuente: Fundación Cuatrogatos.
Hemos visto cómo un simple gato puede con una imagen transmitir carácter, placidez, furia, calma, ternura pero la magia de una pintura o de un dibujo no se queda aquí. El cómic tiene ejemplos inolvidables de gatos donde casi apreciamos su movimiento en las viñetas de las historias que narran.
En este increíble mundo del cómic tenemos muchos representantes del mundo felino como es el caso de Azrael, aliado y compañero de Gargamel. Apareció por primera vez en la historieta «El ladrón de pitufos«, publicada con el n.º 1130 de la revista Spirou en 1959. Creado por Pierre Culliford, alias “Peyo”. Es habitual en el mundo del cómic que el dibujo esté perfilado para señalar correctamente los miembros del cuerpo pues el color es plano, no se puede emplear volumen a lo sumo mostrar de forma muy clara la luz y la sombra. Así se perfila cabeza, las patas o de lo contrario se perderían y no se podrían identificar bien los personajes.
Pierre Culliford, El ladrón de Pitufos. 1959. Revista Spirou. Fuente: Issuu.
Otro gato inolvidable es el creado por Fujiko F. Fujio (seudónimo de Hiroshi Fujimoto) que viaja desde el futuro para tratar de mejorar la vida de Nobita. Se trata de Doraemon publicado en diversos números de la revista Shogakukan. En este gato-robot de formas geométricas directamente se eliminan las orejas, camina erguido sobre dos patas y las delanteras terminan en dos círculos que no tienen dedos. Además tiene una extraña cola donde una línea acaba en un círculo rojo pero no importa porque sigue siendo un gato, tiene bigotes, un cascabel y además es azul. ¡Qué genial es Doraemon!
Fujiko F Fujio. Dorameon. 2014. Fuente: Shogakukan Asia.
En el mundo de las tiras cómicas y el dibujo en blanco y negro encontramos igualmente otros personajes inolvidables como Garfield (J. Davis) y su predecesor Heathcliff, Isidoro en España, creado por G. Gately en 1973. Garfield no es grácil, no es estilizado pero también es un gato. Nació en una cocina italiana el 19 de junio de 1978 y aunque su imagen ha ido evolucionando su origen tenía un aspecto geométrico muy cuadrado.
Siguiendo con el blanco y negro pero en un tratamiento realista y surrealista encontramos las ilustraciones realizadas en rotulador por Laura Agustí (LaLauri) quien en su libro “Gatos en la cabeza” realiza todo un despliegue donde se entrelazan gatos, plantas y seres humanos en perfecta armonía. La forma de representar el pelo a base de pequeñas líneas y de dibujar la posición del gatito proviene de una profunda observación por un lado y de la constancia para dominar esta técnica por otro. Consigue así una maestría que es seña de identidad de sus dibujos. Con esta técnica vemos que no sólo la presencia del color o el difuminado son responsables de la suavidad o el volumen, también la ausencia de color puede ser una forma de mostrar volumen y tacto. La combinación con espacios en blanco es tan importante como el color en sí como hemos visto ya en Foujita.
Resulta fascinante la variedad tan variopinta que puede adoptar la representación de un animal dependiendo de la técnica, época y por supuesto la mano del ilustrador. Entre todas las técnicas aún no hemos visto una que a mí personalmente me resulta muy compleja: el collage. Como ejemplo, no puedo dejar de mencionar a la maravillosa ilustradora Manon Gauthier. En la siguiente imagen encontramos un perro y un gato. El gatito mantiene elementos clásicos como las orejas y los bigotes. Además muestra un comportamiento típico felino pues se está aseando la patita mientras su amigo perruno está atento a la pelota. Los animales en su simpleza son una preciosidad. El color es plano otra vez y se necesita perfilar los miembros para identificarlos. Esta simplicidad manifiesta una inocencia y una ternura única de esta autora.
Esto es sólo una minúscula muestra de la cantidad de felinos que han sido protagonistas de la atención de los artistas. Quedarían cientos, miles tratados de formas diversas dependiendo del ámbito geográfico y las condiciones históricas y culturales. Cada cual tiene su gato predilecto en la memoria y si no es así no pasa nada porque en cada áfora, cuadro, libro, cómic o dibujo animado que queda por descubrir puede ser que se encuentre uno que llame la atención y se piense: ese gato me gusta.
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BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
World History Enciclopedia: Cats in the Middle Ages
Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Mosaicos.
Academy Cat Lady. The Cat in the Medieval Bestiary
Hospital Veterinario Cruz Cubierta. Los gatos en la historia de la pintura
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