Estaba intentando escribir una nueva newsletter sobre las identidades y eso tan revelador que llamó Carl Jung el anima y el animus cuando llegó la noticia de la enmienda a las palabras elegidas por Ronald Dahl en sus libros. Ha habido una extraordinaria reacción en contra que me ha sorprendido porque creía que no habría ninguna respuesta, como no ha habido ninguna respuesta adecuada hasta ahora.
Naturalmente es de una gravedad enorme y en parte estoy contento por esa reacción de mucha gente de la cultura que se ha indignado ante tal aberración, cambiar las palabras de un autor que no puede corregirse a si mismo debería estar prohibido. Los herederos de Roald Dahl deberían avergonzarse ante tal decisión . Sobre todo su nieta, Sophie Dahl, también escritora infantil. También los editores de Puffin-Inglaterra deberían hacer un examen de conciencia ante tal arrogancia. La parte positiva es que editoriales de países como Francia, Italia o España mantienen sus textos originales.
Pero que nadie se engañe ante esta reacción. Esta cancelación no es una sorpresa si estás dentro de la industria, es más bien la cristalización de todo aquello que llevamos padeciendo hace años, la dictadura de lo políticamente correcto en un escaloncito más …hacia abajo.
El viejo puritanismo de los años 40-50-60 jaleado por el Maccartismo que eliminó y censuró a autores como Tomi Ungerer, se ha transmutado en nuevo puritanismo por los que en teoría deberían defender la libertad de expresión.
Para los que llevamos aquí un tiempo el nuevo puritarismo no es nada nuevo. Se ha ido consolidando pasito a pasito y por lo visto no ha habido ningún problema cuando autores enormes han querido ser modificados, destruidos o cancelados. JK Rowling , Enid Blyton, Hergé, Mark Twain, Shel Silverstein, Dr. Seuss, Richard Scarry, Los cuentos de hadas! son enormes totems que han querido ser derribados en nombre de los niños, con esa vulgar excusa en la imagen de la puritana de los Simpsons que siempre exclama “ Que alguien piense en los niños!”.
Lo políticamente correcto es un boomerang que se nos devuelve de EEUU a Europa después que algunos filósofos franceses como Derrida o Foucault jugaran con esa idea del poder y no de la libertad como único medio para modelar el mundo.
Roal Dahl es solo un síntoma de todo un sistema de censura que se ha ido diversificando en diferentes formas:
El tribalismo impide a autores expresarse sobre temas que le interesan aunque no pertenezca a una tribu.
Lo politicamente correcto impide ser libre con el incosciente solo porque alguien podría pensar que tu incosciente es algo-ófobo.
La exclusiva literalidad en la lectura hace que se interprete siempre desde una mente censora y reprimida.
La representatividad y diversidad no tiene ningún sentido en la literatura si se eliminan los arquetipos. Un libro sobre un niño en la Amazonia representa a todos los niños del mundo, no solamente a un niño de la Amazonia.
Un rey en un cuento es la parte más alta en un sistema jerárquico de poder, si, lo es. Pero no es solo eso, y eso es lo más interesante en un cuento, es también la persona que gobierna las otras personalidades de cada persona ( de cada niño), es el rey bueno que sugiera lo que está bien y es el rey malo que te lleva por el camino maligno. Es la parte sabia de tu persona que todos sabemos reconocer, la justificación moral y racional del poder. Es el mejor arquetipo que tenemos para representar todo eso por ahora.
Imágenes de Quentin Blake usadas sin permiso del autor (espero que me lo permita!)
Cuentos de Hadas
El objetivo del curso es adentrarse en el mundo de los cuentos de hadas y comprender su propósito y funcionamiento. También experimentarás con el material para crear tus propias estructuras y diseños gráficos de cuentos de hadas.
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